La defensa quedó desarticulada y el cerco táctico totalmente cerrado.
El control de las alturas dominantes de Puerto Argentino posibilitó a las fuerzas británicas batir en forma precisa a las argentinas, que no disponían ya de espacio de maniobra, ni de movilidad ni de apoyo.
Hubo sensible disminución del apoyo de fuego propio.
La situación psico-física argentina se tornó crítica.
A las 10.00 horas, cesó el fuego enemigo, actitud que imitaron las propias tropas.
A las 10.30 horas, los efectivos argentinos recibieron la orden de alto el fuego.
Se aprovechó el cese del fuego no concertado para que el comandante británico iniciara conversaciones con el gobernador militar de Malvinas, que condujeron, a las 21.00 horas, a la firma de una capitulación, no rendición incondicional, de las fuerzas argentinas.
CONSIDERACIONES
La superioridad naval de la Fuerza de Tareas Británica fue una de las determinantes, si no la principal, de la derrota argentina. Debido a ella, quedó prácticamente cortado el cordón umbilical que unía a las islas con el continente a partir del establecimiento de la Zona de Exclusión Total, imposibilitando el apoyo logístico normal, el que debió limitarse forzosamente a los 33 vuelos realizados entre el 1 de mayo y el 13 de junio por los C-130 "Hércules".
Ello agravó la precaria situación de nuestras tropas en lo que hace a la capacidad de combate y al estado físico y espiritual.
La presencia de submarinos nucleares británicos impidió el apoyo naval propio.
La superioridad local de la fuerza aeronaval británica, que operaba desde portaaviones, no sólo le permitió hostigar permanentemente a nuestras fuerzas, sino que, luego del desembarco, le proporcionó eficaz apoyo aéreo directo a sus operaciones terrestres.
Por su parte, la Fuerza Aérea Argentina, que operaba desde sus bases en el continente (más o menos, a 670 kilómetros), sólo podía permanecer sobre las islas durante un lapso de 3 a 5 minutos, lo que imposibilitó el apoyo aéreo directo a las fuerzas terrestres.
A ello se sumó la temprana destrucción de los aviones Pucará y Aermacchi asentados en las islas.
Además, contribuyeron a la derrota los siguientes factores:
Las fuerzas terrestres argentinas tuvieron que actuar en un ambiente geográfico riguroso (posiciones con afloramiento de agua permanente y con dificultades de racionamiento que afectaron el estado anímico y espiritual), en un Teatro de Operaciones eminentemente aeronaval y sin una adecuada preparación previa.
La falta de medios de movilidad adecuados, agravada por la destrucción de la mayor parte de los helicópteros disponibles al comienzo de las operaciones, limitó sensiblemente la capacidad de maniobra. Por su parte, el enemigo contó con una considerable superioridad de helicópteros de todo tipo que le facilitó apoyo de combate a los desplazamientos, cambios de posición de artillería, relevos, apoyo logístico, evacuación de heridos, etc.
La superioridad numérica y el considerable mayor alcance de la artillería de campaña enemiga, a lo que se sumó el permanente apoyo de fuego naval y aéreo.
La absoluta inferioridad propia en medios de guerra electrónica.
Carencias en el equipamiento individual y de las fracciones menores, de elementos de visión nocturna, de material de comunicaciones adecuado, de vestuario apto para la rigurosidad del ambiente geográfico y de equipos de combate moderno.
Sacado de www.ejercito.mil.ar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario