miércoles, 14 de julio de 2010

EL PILOTO INGLES JEFF GLOVER CAPTURADO EN MALVINAS


El 21 de mayo de 1982, el piloto de la Royal Air Force Jeff Glover despegó del portaaviones Hermes con la misión de arrojar sus bombas de racimo sobre posiciones argentinas en Port Howard, la "capital" de la casi inhabitada Gran Malvina -rebautizada Puerto Yapeyú durante la guerra-. Sería su última misión: Glover evitó lanzar las bombas al ver asentamientos civiles demasiado cerca de su blanco, y al hacer un segundo sobrevuelo para sacar fotos de reconocimiento, su Harrier fue alcanzado por un misil Blowpipe lanzado por comandos argentinos. Volaba a mil kilómetros por hora cuando sintió tres explosiones en su máquina, que empezó a dar vueltas a gran velocidad totalmente fuera de control. Glover logró eyectarse con éxito, pero fue apresado y se convertiría en el único prisionero de guerra inglés que estuvo en esa condición hasta después incluso de terminado el conflicto.

A 28 años de la toma de Puerto Argentino, Glover, casualmente nacido un 2 de abril pero de 1954, contó por primera vez su historia en el documental "Desobediencia debida", que la cineasta argentina Victoria Reale acaba de terminar luego de cuatro años de investigación y rodaje, con asistencia de dirección y entrevistas de la periodista Nora Sánchez. La película incluye el largo testimonio que el ex piloto de caza concedió en Stamford, Inglaterra, donde vive. Glover se retiró de la RAF en 1996 y desde entonces es piloto comercial.

"Los soldados argentinos me fueron a buscar y me sacaron del agua, y ése fue el fin de la guerra para mí", narra Glover frente a la cámara.

Pero la película es una indagación también del trato que recibió el británico como prisionero de guerra, por parte de las mismas Fuerzas Armadas que se habían hecho del poder absoluto en 1976 y ejecutado el terrorismo de Estado.

Reale, la directora del documental, es hija del ex médico del Ejército Luis Reale, quien con grado de mayor fue jefe de la Compañía de Sanidad 3 en Port Howard, y el primer médico en atender a Glover, herido en el rostro y con una luxación en el hombro. El dato biográfico que une a la directora con uno de los protagonistas de esta historia es el anticipo de una revelación, que explica el título del documental: el ex médico militar y veterano de Malvinas cuenta que al comunicarse con el comando de su Brigada para informar que tenía en su poder al piloto herido, "inmediatamente me indican que lo presione para tratar de ubicar la posición del portaaviones ... Jamás procedí a actuar como me habían pedido. Mi labor profesional es como médico", relata Reale, que dejó el Ejército poco después de volver al continente.



Glover, en la actualidad - Foto Diario Clarín

"Papá se negó a responder en cámara que quería decir con 'presionar'. ¿Se refería a torturar? ¿Podía su jefe el general (Omar) Parada desconocer semejante orden?", interroga sugestivamente la voz en off de la directora.

Glover nada supo de esto, aunque admite que prefería ser prisionero de la Fuerza Aérea ya que había "leído sobre los desaparecidos a manos del Ejército" en los años previos.

El piloto prisionero fue llevado luego a Goose Green, y poco después trasladado junto a otros heridos argentinos al continente, antes de la caída de Puerto Argentino. Estuvo en Comodoro Rivadavia, y después en la base áerea de El Chamical, La Rioja.

Del otro lado, los británicos retenían a Alfredo Astiz, rendido en las Georgias y exigían la liberación de Glover que, intervención de la Cruz Roja Internacional mediante, fue liberado en Montevideo recién el 8 de julio.

Cuando Astiz fue la prenda de cambio
Cuando Jeff Glover pensó que lo llevaban a Buenos Aires para liberarlo, aterrizó en El Chamical, donde lo tuvieron casi escondido. Fue donde peor la pasó. Hasta que lo visitó Massimo Cataldi, de la Cruz Roja, y tuvo certeza de que "el mundo exterior sabía que yo estaba vivo". En medio hubo una disputa entre la Fuerza Aérea y el Ejército por quién se quedaba con el piloto, todo un trofeo de guerra. El documental "Desobediencia debida" da cuenta de que la Junta Militar tardó en blanquear al piloto prisionero; por eso los británicos, que habían capturado al marino Alfredo Astiz en las Georgias -que ya empezaba a ser emblema de la represión ilegal- lo retuvieron más de la cuenta como forma de proteger a Glover.

Curiosidad de testimonios que no coinciden: el ex conscripto Enrique Gordillo, que custodió a Glover en El Chamical, asegura que su alimentación era abundante, e incluso que jugaban con él al ping-pong. Glover sostuvo en cambio que jamás tuvo relación con los guardias ni jugó ping-pong, lo que califica de "ridículo" a causa del yeso que llevaba por su lesión en el hombro.

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