sábado, 17 de abril de 2010
BOMBAS PARA JEREMY MOORE
El día 13 de junio, cuando la inminencia de un desenlace en la batalla terrestre ya era evidente y prácticamente a horas de la rendición final, la Fuerza Aérea Argentina llevó a cabo las que habrían de ser últimas misiones de combate sobre las Malvinas y en las últimas horas de esa jornada despegó de Puerto Argentino un C-130 Hércules (este episodio ya fue narrado en “C-130 Hércules”).
La primera misión fue poco después de las 11 de la mañana, con tres M-V Dagger que debían bombardear la falda del monte Longdon. Uno de ellos tuvo que regresar inmediatamente por habérsele trabado el tren de aterrizaje. Los otros dos, ya sobre las islas, se toparon con un helicóptero que hacia de piquete radar y tres aviones Harrier, por lo que, anulada la sorpresa, retornaron a su base. La segunda tenía en principio idéntica configuración que la anterior (curiosamente, eran los tres integrantes de la escuadrilla "Torno" que el 1 de mayo protagonizara el primer ataque a la fiota inglesa). Uno de ellos no pudo despegar por problemas mecánicos y los otros dos, capitán Dimeglio y primer teniente Román, se encontraron con un helicóptero de patrulla, al que atacaron, pero una vez más tuvieron que abortar la misión.
Siguieron luego dos formaciones de A4 Skyhawk con el objetivo de bombardear la ladera del cerro Dos Hermanas. Estos sí lograron alcanzar su blanco y el ataque casi le cuesta la vida al General Jeremy Moore.
Por la noche, dos bombarderos Canberra efectúan un ataque contra monte Kent. Uno de ellos es alcanzado por un misil disparado desde tierra después de haber lanzado su carga mortal. E1 piloto logra eyectarse pero el navegador cae y muere con su avión. Horas después, la guerra había terminado.
Armados con bombas frenadas por paracaídas y cañones, cuatro Skyhawk, con el indicativo "Nene" despegan de San Julián al mando del capitán Zelaya, los tenientes Cervera y Gelardi y el alférez Dellepiane. Le sigue otra formación igual, los "Chispa", encabezada por el capitán Varela, acompañado por los tenientes Roca (numeral 2) y Mayor (3) y el alférez Moroni como cuatro.
Como era habitual, el día estaba cubierto. Al llegar al reabastecedor KC-130 al avión de Zelaya le entró combustible a la turbina y tuvo que volver. Cuando el Hércules se alejó, los siete aviones se juntaron –“éramos una patota", recuerda el ahora primer teniente Mayor- e intentan rehacer las formaciones, con la dificultad que implica hacerlo en un riguroso silencio radial.
Los ayudó el hecho de que Varela utilizaba un avión muy particular, ya que había retornado a la actividad después de un servicio de mantenimiento y sólo estaba pintado con la base antióxido, por 1o que de inmediato recibió el mote de "el tordillo".
"Ni bien nos acomodamos, relata Mayor, llegamos al punto en que teníamos que descender, cruzamos toda la capa de nubes que había y cuando nos pusimos rasante llovía muy fuerte. Era tan intensa la lluvia que los tres Nenes, que venían ahora atrás nuestro al mando de Cervera, se guiaban mirando las cuatro estelas que dejaban en el agua los chorros de nuestras turbinas."
"Teníamos que alcanzar un punto unas 180 millas al norte de las islas y de ahí íbamos en línea recta, siempre en rasante, hacia monte Kent. El temor que teníamos todos era encontrarnos con alguna fragata que estuviera de piquete radar y que nos obstaculizara la misión, porque no llevábamos armamento para atacar un buque, las bombas, si bien eran las mismas, tenían espoletas para blancos terrestres", explica el piloto.
La formación prosigue su vuelo rasante, ahora con rumbo sur hasta alcanzar la costa. Las condiciones climáticas habían mejorado y el sol despuntaba por entre espesos grupos de nubes.
Poco antes de cruzar la línea de acantilados el radar Malvinas sale al aire y pregunta si "hay alguien en frecuencia", nadie responde. El operador de Malvinas insiste y entonces el capitán Varela contesta solamente con el indicativo "Chispas". El radar comunica que no los tiene en su pantalla -lo cual era un alivio porque quería decir que los ingleses tampoco podían captarlos con sus radares- pero que había una sección de Harrier sobre Puerto Argentino, otra sobre Fitz Roy cerca de Bahía Agradable y dos más en la zona de San Carlos.”OK, manténgame informado”, responde Varela.
Estaban entonces a dos minutos del blanco. Pasan por bahía San Luis. "Tengo bien grabada la imagen, dice Mayor, una pequeña casa de madera con un muelle todo desvencijado y al lado, sobre el suelo, un helicóptero Sea Lynx con su motor en marcha. Le pasamos por arriba y en ese momento el radar Malvinas nos advierte que las patrullas de Harrier comenzaban a converger hacia nosotros. Faltaba l m20s al blanco.
"Entonces el capitán Varela, que volaba mirando al frente, porque yo iba mirando al costado para no perder la formación, vio aparecer frente a él un soldado que venía subiendo una loma y prácticamente se topa con los aviones que volaban pegados al suelo. Debe haber quedado congelado. El hecho es que tras el soldado y la elevación vieron aparecer una serie de containers grandes, que eran puestos de mando móviles, muchísimos helicópteros y tropa, todo muy prolijito, muy británico."
Mayor alcanzó a ver cómo se desprendían las bombas del avión de Varela y se abrían los paracaídas de retardo. Por reflejo lanza las suyas y a su vez, hacen lo propio Moroni y Roca. Casi simultáneamente escuchan al jefe de escuadrilla que ordenaba "tirar". Eran las 12.15 horas.
"Cuando vuelvo a mirar al Guía, continúa el relato de Mayor, aparece un misil entre nuestros dos aviones, explota y alcancé a ver un pedazo del tanque suplementario del avión de Varela que pasaba volando después que lo hubiera eyectado. Instintivamente yo eyecté mis cargas externas, los tanques suplementarios y la suspensión de las bombas. Entonces empezamos a girar en redondo para volver por donde vinimos, porque el radar Malvinas nos informaba que teníamos los Harrier prácticamente encima."
En ese giro los Skyhawks atacan con sus cañones a los helicópteros. Las primeras bombas habían impactado alrededor de los containers y el resto en la zona donde estaban los helicópteros. E1 general Moore salvó su vida quizás porque en el momento del ataque no estaba en el puesto de mando, pero de todas maneras, según admitió él mismo, tuvo que arrojarse a una trinchera para proteger su vida.
Algunos deciden volver por donde habían entrado, ya que en ese rumbo al menos sabían que no había fragatas. Otro cruza directamente sobre la Gran Malvina. A plena potencia salen hasta alejarse de las islas. Varela con crecientes fallas en su turbina a causa de la explosión, llega a aterrizar en San Julián segundos antes de que el motor, despedazado, se trabara definitivamente. Dellepiane, con un orificio en el ala por el que perdía constantemente combustible, llega prácticamente sin carburante hasta donde los esperaba el reabastecedor y debe volar hasta el continente "chupando" el vital liquido para sólo desprenderse para aterrizar. Pero finalmente todos llegan a su base, la misión, última de los veteranos pero nobles A4 Skyhawk, cumplida.
Julio Limardo
Sacado de aerovirtual.com
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